"A fuerza de caer la
lluvia sobre las piedras, éstas se ablandan y hacen crecer jaramagos, que las
gentes dicen que no sirven para nada. "Los jaramagos no sirven para
nada", pero yo bien que los veo mover sus flores amarillas en el
aire".
(Yerma, de Federico García
Lorca)
Hace la tira de años que la señora Tecla enseñó a solfear a la banda. Qué paciencia, qué penitencia. Fíjate; estuvieron a punto de pisar los mejores teatros, pero su oportunidad, tal como vino, se fue. Ahora, con las suelas desgastadas y los bolsillos vacíos, recorren las sendas angostas y los caminos polvorientos cargando con sus desvencijadas maletas y sus instrumentos remendados: añoranza ambulante teñida de amarillo jaramago. Sólo la inoportuna lluvia puede ponerlos tristes, pues les recuerda cuando fueron peces. Glu glu glu...
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